Es por medio de este escrito que quiero dejar constancia de mi reciente estudio sobre el comportamiento de un viajero típico a la hora de decidir como viajar de un punto A a un punto B del mapa, sin importar la distancia entre los mismos.
Alcance: Toda persona que se considera viajero, que entiende el placer de viajar, que no es un simple turista. Toda persona que se mimetiza con la cultura del país, queriendo descubrir al mismo en su totalidad.
Situación: Últimos días de Septiembre, primeros de Agosto. Me encontraba en Macau y mi idea de viajar a Vietnam se vio frustrada debido a impedimentos económicos. Viajar por mar no era una posibilidad y los vuelos excedían mi presupuesto.
Objetivo: Encontrar la mejor alternativa para solucionar la situación previamente descripta, teniendo siempre en cuenta el cuidado de los ahorros.
Introducción
Que la vida del viajero esta llena de desafíos, no es ninguna sorpresa. Algunos están íntimamente relacionado con los sueños que queremos cumplir y son ese motor que nos permite seguir en la ruta, pase lo que pase. Y otros son los desafíos mas… mundanos. O desafíos viajeros. ¿Cómo comer gastando la menor cantidad de dinero posible? ¿Cómo conseguir el hostel más barato?¿Qué ruta es la mejor para hacer dedo?. Y, obviamente, ¿cómo llegar de un lugar a otro de la manera más eficaz, eficiente y efectiva? La triple E. Mi Yo viajero le pide ayuda a mi Yo ingeniero y, casi como si fuera un análisis de grafos en donde se busca el arco más corto que conecte dos nodos (me sorprende cuan relacionada esta la ingeniería con todas las cosas del mundo), me pongo a hacer cuentas para ver cual es la mejor manera de llegar del punto A al punto B. En este caso, de Macau a Laos. Básicamente, hay 3 variables a tener en cuenta, según mi exhaustivo análisis.
Variable 1: Dinero
Cada dólar cuenta. Cada dólar es nafta para seguir en la ruta. Esa es una de las premisas principales de toda persona que quiere aguantar por mucho tiempo viajando. Me encuentro con que si se traslada ese dólar a la moneda local del país donde estamos, o del país de donde venimos, el mismo no significa mucho. Seguramente, años atrás, en nuestra primera casa, ese dólar nos alcanzaba para comprar un vaso de gaseosa. Pero acá… acá las cuentas son diferentes. El viajero busca, por todos los medios, ahorrar plata y hacer valer cada dólar. Por eso, cuando viaja de un lugar a otro, busca la manera más económica de hacerlo. Primero, porque sabe que lo que se ahorra en el viaje, le va a servir para pagar el almuerzo, la cena o el hospedaje. No estamos en condiciones de desperdiciar ni un sólo centavo. Y segundo porque, he llegado a la conclusión luego de un estudio de campo, le genera orgullo poder decir que encontró la manera más económica de viajar. De llegar a destino y contar como hizo para gastar tan poco y llegar de un país (o ciudad) a otro/a.
Variable 2: Tiempo
En mi caso, no es una variable que me importe tanto. Viajo sin fecha de vuelta, por ende viajo sin limitaciones de tiempo. No me importa tardar un día más viajando, dos días o el tiempo que sea. Igualmente, más o menos, esta variable siempre hay que tenerla en cuenta. Muchas veces la estadía en cada país es por tiempo limitado y pasar mucho tiempo viajando implica menos tiempo recorriendo. Aunque si se quiere viajar rápido, se tiene que gastar más, y eso va en contra de los principios viajeros. Entonces se tiene que encontrar la manera de lograr un tiempo de viaje acorde al itinerario, sin que el presupuesto se vaya a pique.
Variable 3: Comodidad
La variable más subjetiva y más dependiente de la personalidad de cada uno. Los trenes tienen vagones con aire, sin aire, con ventilador, sin ventilador, con cama blanda, con cama dura, con asiento blando, con asiento duro. Los buses son VIP, VIP Deluxe, normales o peor que normales. Los aviones vienen en modo low cost o en modo lospasajesestancarisimosperomedancomidamientrasviajo. Se puede viajar de día, de tarde o de noche. Se puede llegar a las ciudades de día, de tarde, o de noche. Se puede ir del aeropuerto/estación de tren/estación de buses al hospedaje caminando, en taxi, en bus o haciendo dedo. La elección queda únicamente a cargo de la persona que viaja. En mi experiencia, y luego de otro exhaustivo estudio de campo, puedo llegar a la conclusión que el viajero promedio elige la opción menos cómoda y más difícil. Bueno, menos fácil. Para un viajero no hay cosas difíciles, son una especie rara que se motivan día a día. El porque de esta elección es desconocido. Pareciera que les gustan los desafíos. Si algo es fácil, no les llama la atención.
Relación de variables
Las 3 variables previamente descriptas se encuentran íntimamente relacionadas entre ellas, llegando casi a depender una de la otra para seguir existiendo. En modo de ejemplo, si uno elige ahorrar tiempo para llegar a destino, implícitamente esta eligiendo una opción más cómoda para viajar y a su vez poco económica. A su vez, si uno elige privilegiar la variable del dinero, seguramente se vea forzado a resignar tiempo y a poner a prueba su tolerancia a la poca comodidad del medio de transporte. Y, finalmente, si uno busca un viaje cómodo y placentero, es altamente probable que se vea forzado a desembolsar más dinero del pensado par encontrar un medio de transporte que se acomode a sus preferencias.
Cabe mencionar la existencia de variables secundarias que, llegado el caso, pueden influir en nuestra decisión como, por ejemplo, la necesidad de obtener una visa para entrar a un país.
Caso de Estudio
Al volar de Kuala Lumpur a Manila, el personal de la compañía aérea me exigió un boleto de salida de Filipinas. En solo unos minutos, y con ayuda de mi mejor amiga desde Buenos Aires, compré un pasaje de Manila a Hong Kong. Éste fue el más económico que encontré, siendo la vía aérea la única manera de salir de Filipinas. De Hong Kong viajé en barco a Macau para después querer viajar a Vietnam. Al momento de realizar la búsqueda de medios de transporte para realizar este último transporte, me encontré que la única manera de llegar a Vietnam sin pasar por China (necesito una visa) era tomando un avión. Pero los vuelos excedían en demasía mi presupuesto.
Luego de horas y horas de búsqueda y comparaciones, encontré un pasaje de Macau a Bangkok, por la noche. De Bangkok iba a poder llegar a Laos y, un mes después iba a poder cruzar a Vietnam por tierra.
El vuelo de Macau llegó al aeropuerto secundario de Bangkok alrededor de las 21.00 hs de vaya a saber uno que día. Alrededor de las 22.17 hs, superado el control migratorio y con mi mochila a cuestas, me encontraba en el lobby de entrada del aeropuerto. Era de noche y viajar al centro de la ciudad no estaba en mis planes. Para convencer a mi cabeza, le decía que era peligroso. La realidad es que me permitía ahorrarme una noche de hospedaje. No tenía sentido pagar una cama por unas pocas horas de sueño.
Busqué una fila de asientos libres que tuvieran una toma de energía cerca. Me sorprendí con la facilidad que la encontré. Use mi mochila más chica de almohada, enchufé mi celular, me conecté al wifi y descansé mis ojos durante unas horas. A la madrugada, mientras la gente iba y venía alrededor mío, vi un partido de fútbol esperando el amanecer en el aeropuerto.
Leí infinidad de blogs y páginas de internet para llegar a la conclusión que había un bus nocturno que me iba a dejar, al otro día, en la frontera con Laos. Ahí era solo cuestión de tomar un último bus, cruzar la frontera y llegar a destino. Este plan implicaba no solamente pasar la noche en el aeropuerto (no fue la primera, ni va a ser la última), sino también pasar casi el día entero en el mismo, esperando que se haga la hora para viajar a la terminal de buses y sacar el pasaje.
Con un poco de yerba que todavía tenia junto a mi, algunos sobres de cafe instantáneo que me acompañaban y mi termo de mate lleno de agua caliente, pasé las casi 20 horas en el aeropuerto. Y obvio, almorzando los platos más baratos que pude encontrar. Cambié la plata justa y necesaria para pagar mis comidas y el pasaje a Laos. Después, la moneda tailandesa no me iba a servir.
Finalmente, luego de una espera que no fue tan larga y después de lavarme la cara unas 73 veces en el baño, me tome el transporte público para llegar a la terminal de buses. El plan era claro y firme. Una vez en la terminal, no me podía dejar intimidar por ningún vendedor desesperado por hacerme comprar una de sus “ofertas de último minuto”. Con la mochila en mi espalda, recorrí ventanilla por ventanilla hasta que encontré el precio más económico y la vendedora que mas confianza me inspiró. El bus salía en unas horas, asi que, luego de una rápida cena, me senté a esperar para, finalmente, subirme a un bus local, con el aire acondicionado en modo Siberia.
A dos días de haber salido de Macau y con el sol saliendo (nuevamente), llegué a la frontera y compré el pasaje de bus que me iba a llevar a Pakse, mi primera ciudad en Laos. Saqué la visa de Laos on arrival, me subí nuevamente al bus y, horas más tarde, hice el check-in en el hostel después de, obviamente, recorrer el pueblo para encontrar el precio más económico.
Me conecté al wifi, y antes de dormirme, mandé un solo mensaje: “Llegué a Laos. Misión cumplida”