“Tenes tiempo? Te voy a contar mi historia. Bueno, mi historia viajera.” – le dije, terminando con un silencio de unos minutos. “No se si te interesa. Capaz si. Capaz no. Es algo muy íntimo mío. Quiero contártelo, en serio.” – continue. Me miró. Se prendió un cigarrillo. Hizo silencio. Era mi señal.
Me gusta leer historias ajenas a mi. Encontrar similitudes. Sentirme identificado en esas similitudes. Encontrar diferencias. Justificarme por tenerlas. Siento calma. Siento paz. Al menos no soy el único loco dando vueltas.
En fin. Todo empezó cuando me recibí. Si, lógico no? Todo empieza con un final. Me recibí de Ingeniero en Informatica, despues de mas de 5 años estudiando. Todavía me acuerdo las tazas de cafe que tomaba de noche para memorizar los teoremas y enunciados de anda a saber que matemático o que físico. Compre el pasaje antes de recibirme, te juro. 246 dias antes. Hablemos de confianza, dale. Fui a rendir mi ultimo final dos dias antes de viajar. Me senté, con mi camisa de la suerte. Las cosas ordenadas de tal manera que el mundo se alinee para ayudarme. Mi familia y amigos afuera. Y yo. Ahi. Solo, y con todos. Era ahi. Tenía que ser. Y fue. “Las personas ahi afuera están por vos?” – me preguntó. “Si” – le dije, casi con miedo. “Bueno, que no hagan mucho ruido por favor” – acotó, y sonrió. Sali y me aplaudieron. No sé cuánto tiempo. Era ingeniero. Era viajero. Era nomade.
Viste que uno idealiza lugares, no? Ella movió su cabeza, afirmando. Tambien le habia pasado. Bueno, a mi me paso al menos. Con Londres. Que Londres esto. Que Londres lo otro. Siempre fue mi meta y, dos dias despues de esos interminables aplausos, estaba en un avion con destino a, lo que me terminé enterando despues, el comienzo de una vida en la ruta. Mi primer valija. Mi primer despedida. Las lagrimas en el aeropuerto. Las promesas de reencuentro. Ese nudo en la panza. El miedo. Por sobre todo el miedo. Me temblaban las piernas loco. En serio. Es el dia de hoy que siento en mis mejillas las lagrimas que caían de mis ojos despues de despedir a mi familia. Si hubiera sabido cuantas despedidas se venían despues…
Me miraba fijo. No se si interesada en mi historia, o incrédula ante lo que contaba. Agarro mi campera y se la puso sobre sus hombros. Habia levantado una leve brisa. Limpio el cenicero y se prendio otro cigarrillo. Me siguió escuchando.
El paraíso es un lugar en la mente me dijeron, alguna vez. Acordate esa frase. Va a ser muy importante. Londres fue y no fue lo que esperaba. No te das una idea la cantidad de problemas que tuve que superar. Ahi. Solo. Contra el mundo. Entendes que recien empezaba a viajar? Nunca escribi sobre Londres, sabias? No se si es miedo. Respeto. Incertidumbre. No lo se, pero nunca escribi.
Fui con la idea de trabajar como Ingeniero. O al menos eso decía. No conseguí. No me esforcé tanto en conseguir, te confieso. Pasaron los meses y mi cuerpo estaba ahí pero mi cabeza en Argentina. Y eso, dejame decirte, no sirve. Si no alineas alma y cuerpo, viajar no tiene sentido. Tenes que ser uno. Tenes que ser vos. Tenes que ser. Te decía… el tiempo paso, y paso, y paso. La visa se me vencía y antes de irme use lo ultimo que me quedaba de plata y saque un pasaje en tren. Mochila de mano. Y me fui. A donde? No sabia. Nunca había sentido una adrenalina similar. Me subí y termine en Gales. Y despues Escocia. Y despues el norte de Inglaterra. Y asi casi un mes. Y ahi si. Algo se despertó. Fue ahi. Sin dudas.
Volví a Londres y, dias despues, volví a Argentina. Con la excusa de mi cumpleaños. Nadie sabia. Pase las mas de 15 horas en el avión pensando si lo que había vivido habia valido la pena. Que me llevaba. Que habia dejado. Como, lo que había soñado tanto tiempo, ya habia terminado. Volvía con mas dudas que certezas. Eso es una buena señal, me di cuenta meses mas tarde.
El entusiasmo por la vuelta duro menos de un dia. De repente me desperté. Abrí los ojos. Estaba en la cama donde habia dormido toda mi vida. Y me sentía vacío. Los problemas que estaban antes de tomar ese avion, seguían ahi. Senti pánico. Senti arrepentimiento. Senti bronca. Habia hecho bien en volver? Despues me di cuenta. La vuelta es un viaje en si mismo. Y es necesaria.
No dure mucho, te confieso. A los 3 meses ya tenia un pasaje de vuelta. Me acuerdo todavia la melancolía en los ojos de mi papa cuando le conté. Esas cosas son difíciles de borrar. Pero no era mi lugar Buenos Aires. Al menos no en ese momento. Pasaron unos meses igual. Conseguí un trabajo que me gustaba. Además fui profesor. Compartí momentos con familia y amigos. Cerré temas que tenía que cerrar. Círculos que tenían que completarse. Era necesario. Con la experiencia de lo vivido, y el entusiasmo de lo que se venia, sabia que cosas corregir. Y asi, en un abrir y cerrar de ojos, estaba ante una nueva despedida. Una nueva mochila. Nuevas lagrimas. Pero en el fondo, muy en el fondo, sabia que esta vez iba a ser diferente.
“Queres un cafe?” – me interrumpió. “Yo me voy a hacer uno”. “Dale. Queda mucho por contar”
Una Vuelta por el Universo. El origen. Capítulo I.
