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El Origen. Capitulo II

“Queres un cafe?” – me interrumpio. “Yo me voy a hacer uno”. “Dale. Queda mucho por contar”.


No tardo mucho en volver, con dos tazas de un humeante cafe. Durante el tiempo en que los preparaba, me quede en silencio, pensativo. Hacia mucho que no repasaba mi propia historia. Es que… uno se cansa de contarla a veces. A ver para, no creas que lo digo de forma pedante o egocéntrica. Nada que ver. Me encanta compartirla. Pero cuando uno viaja, y se mueve, a veces cuenta la misma historia muchas veces en poco tiempo. Y a veces tanta introspección hace mal. Pero no siempre. Este no era el caso, claramente.


Se sento delante mio e interrumpio mis pensamientos. Me acerco la taza de cafe y guardo silencio, en una clara de señal hacia mi para que continuara mi relato.


Al principio viaje con amigos, sabias? El primer mes de este nuevo viaje lo decidí hacer con los amigos de toda mí vida. Creo era la contención que necesitaba. Difícil olvidarme esa caminata eterna, con mi familia a mis espaldas, mirando como me iba, una vez mas. Las lagrimas caían por mis mejillas. Unas simples palmadas de mis amigos hicieron la magia necesaria y me calmaron.


No sabia a donde iba a ir despues de ese mes con ellos, te juro. Solo sabia que iba a ser Italia. Queria sacar el pasaporte comunitario. Pero no tenia idea donde iba a hacer el tramite. Mi bisabuelo nació en Italia y la chance de tener el pasaporte europeo fue siempre tentadora. Por diferentes motivos, nunca pude lograrlo en Argentina y, en un abrir y cerrar de ojos, se había presentado la oportunidad de obtenerlo en Italia. En que lugar de Italia, eso lo decidía yo.


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No me sacaba la mirada de encima. Sus ojos me estudiaban, entraban a mis pensamientos, casi intimidantes. Se saco la campera que antes me había pedido prestada. Se prendió un nuevo cigarrillo. Se acomodo en su silla. Cruzo las piernas. Sonrio. Queria que siguiera.


Durante ese primer mes no conoci ninguna ciudad que no conociera de antes. Pero a su vez las conocí a todas nuevamente, como si nunca hubiera estado. Es que viajar con amigos te da un panorama diferente. Otra perspectiva. Descubris rincones mágicos de las ciudades. A veces, con ellos, no se trata de conocer, sino de ser. Ser uno con la ciudad. Ser uno. Ser todos.


Llegamos a Barcelona y mi alarma interna se disparo. Tenia que decidir cual era mi proximo destino. Que lugar de Italia iba a elegir. “Y por que no vas a donde empezó todo?” – me dijo uno de mis amigos, con una asombrosa simpleza. Me quede en silencio. Cuanta razón tenia. No lo dude mas. Viste que a veces hay decisiones que las tomas convencido, no? Que sabes que es lo que esta bien. Esta era una de esas. Me senté en mi computadora y saque el pasaje. Averigue como llegar. Tenia que tomarme un avión. Un tren. Y dos o tres colectivos. Sin hablar italiano. Solo, con mi mochila. Sin mis amigos. Difícil. No imposible.


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Brienza. Si en ese momento hubiera sabido cuan importante ibas a ser para mi. El ciclo se cerro. Y el ciclo empezó. Te dije, todo empieza con un final. Brienza es un pueblito italiano de 3000 habitantes, en la region de Basilicata. Mira, me tome un avión de Madrid a Roma. De ahi un tren a Salerno. Y de Salerno, luego de pasar la noche, me tome tres (si, tres) colectivos para llegar. Me acuerdo y me rio, te juro. Me baje en el medio de un pueblito medieval, solo, con mi mochila. Por dios. Camine un par de minutos y, con mi poco italiano, le pregunte a una señora como llegar al Bed and Breakfast del pueblo, donde había hecho mi reserva. Me mostró el camino y, luego de una charla con Rocchina, la dueña del lugar, me senté en la cama intentando procesar lo que estaba viviendo.


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Me miro, sorprendida. Apago su cigarrillo y respiro hondo. “Que loco, no?” – me dijo. “Llegaste al lugar donde todo empezó”. La mire, en silencio. Tenia razón. “Bueno, ahi nació tu bisabuelo, no? Nadie de tu familia nunca conoció ese pueblo y vos llegaste, como si fuera algo mas en tu rutina nómade. Nada, interesante” – continuo. Me costo seguir despues de su comentario.


Paso el primer dia. Paso la primer semana. Paso mi cumpleaños. Paso el primer mes. Y asi, uno atrás de otro. Uno. Dos. Tres. Cuatro. Cinco. Seis. Siete. Ocho meses. Sin duda, algunos de los mejores meses de mi vida. Llegue solo. Me fui con tanta gente alrededor que me emociono de pensarlo. Cuanto amor puede dar un pueblo tan chico? Todos, y cada uno de ellos, me ayudaron con mi propósito. Como angeles en el medio del camino viajero, me dieron una mano para tener mi ciudadania pero, por sobre todas las cosas, para descubrirme, para descubrirlos, para descubrir.


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Conoci a mi familia italiana, sabias? La gente del pueblo se empecino en encontrar mi descendencia y, de un día para el otro, estaba almorzando con los primos lejanos de mi bisabuelo. Si solo hubieras visto la emoción de mi papa y de mi tia cuando les conte. El parecido con su abuelo era increíble.


Almorzaba todos los miércoles con mi familia italiana. Almorzaba los domingos con mas familia italiana. Algunas noches cenaba con la mejor familia uruguaya del mundo. Durante el día visitaba a la empleada municipal mas amable de todas. Jugaba al futbol con uruguayos, argentinos e italianos. También con nigerianos. Algunos días tomaba un cafe con el primo del primo del primo mas hospitalario que existe. Durante todos los días de esos ocho meses, conoci un pueblo mágico. De los que no hay. Entendieron mi misión. No solo la entendieron. Me ayudaron a cumplirla. Y nunca me sentí solo. Gracias a ellos. Si supieran cuan importante fueron en mi presente. Perdona, me cuesta no emocionarme cuando hablo de Brienza.


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El tiempo paso y un día, hablando un ya avanzado italiano, me presente en el departamento de inmigración de Potenza para retirar mi pasaporte italiano. Lo mire fijo y alguna que otra lagrima cayo por mi mejilla. Es que ese pasaporte, que me abría las puertas a varios países del mundo, a su vez significaba el fin de una etapa, tan impensada como indispensable en lo que soy hoy como persona. Un nuevo final. Un nuevo comienzo. Era hora de seguir viaje.


“Que queres comer” – me pregunto. “Dale, hoy cocino yo, vos limpias”.


Una Vuelta por el Universo. El Origen. Capitulo II.

4 respuestas

  1. Luciano, me siento tan identificada con lo que contas que no te das una idea. No lei el capítulo 1 pero éste me hizo poner la piel de gallina. Hace poco hice lo mismo, volví a mis orígenes en España. Sólo pude estar una semana. Te envidio un poco de los 8 meses que estuviste. Esos pueblos que no conocemos hasta que somos adultos pero que son tan nuestros tienen eso de la gente que parece que te conoce de toda la vida. La hospitalidad es un factor común entre ellos y no podes entender cómo tardaste tanto en ir, no? Los parecidos en la familia de acá a veces asustan pero hacen que te sientas como en casa. Ojalá tome tu coraje para volver allá dentro de poco.
    Te felicito y te admiro por lo hacés.
    Quién dijo que los ingenieros (o estudiantes en mi caso) somos cuadrados y rígidos?
    Te mando un abrazo y éxitos por mil!

    1. Hola Pau !! Muchas gracias por tus palabras, me emocionaron ?
      Como decis, esos pueblos son tan nuestros ! Hasta asusta. Es increíble como hay lugares en el mundo que nos esperan ansiosos y que algun día los vamos a visitar. Y es increíble como hay gente que nos conoce y nos sigue esperando toda la vida, para darnos esa hospitalidad de la que hablas.
      Viva la flexibilidad ingeniera che !

      Gracias en serio ?

      Abrazos y buenas rutas !

    1. Hola Nati !! Pardon por la demora en la respuesta !! Que lindo que te gusten !! Graciasssss ! El origen es una serie que sin dudas debo retomar y terminarla !! Aunque bueno, nunca va a tener un fin 🙂

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