Caminaban de la mano. Revivían viejas épocas. Momentos del pasado. Charlaban entre ellos, con el ruido de las olas haciendo compañía, y con un faro de fondo, expectante a que el sol se ponga para empezar a cumplir su función.
Caminaban de la mano, con dejos de melancolia. Ella no se animaba a soltarlo. Tenia miedo de que sus manos nunca se volvieran a tomar. El no se animaba a soltarla. Tenia miedo que ella corriera, sin mirar atrás. Seguían juntos, a la par.
Caminaban de la mano y viajaban en el tiempo. Se acordaron de esa primer cita. De ese primer beso. De esas cosquillas en la panza. De su primer viaje juntos. De esos Sabados de pochoclos y película. De ese Martes cualquiera, que justo ese Martes fue un Martes diferente. De cuando el le dijo que tenia que irse, para nunca volver.
Caminaban de la mano. Revivían esas lagrimas que bajaban por sus mejillas. Ella, mientras los pasos dejaban huellas en la arena, rememoraba las noches de ensueño, con música de fondo y la almohada de compañera. Esas noches donde cerraba los ojos para pensar en el, y los abria para darse cuenta de la distancia que los separaba.
Caminaban de la mano. Las palabras dejaron lugar al silencio, que hablaba mas que cualquier palabra. Se habían encontrado, casi sin quererlo, despues de tanto añorarlo. Ambos habían imaginado ese momento, y cuando paso, ninguno hizo lo que penso iba a hacer.
Caminaban de la mano. Nadie quería contar su verdad. Ella tenia que volver a su vida normal. Una familia la esperaba, lejos de las olas y el faro. El tenia que seguir viajando, para disimular el vacío que, un día, le produjo irse para nunca volver.
Caminaban de la mano. No era tiempo de palabras. No era tiempo de melancolía. Era tiempo de disfrutar. Un instante. Una sensación. Un momento. Con las olas de fondo. Y el faro contento, porque su momento ya esta por llegar.
Una Vuelta por el Universo. Instan-taneas de Byron Bay. Australia
