“Hace ya 9 meses? En serio?” – me pregunto a mi mismo mientras empiezo a escribir estas lineas. Es que no puedo creer cuan rápido pasa el tiempo dentro del frenesí viajero. Siempre me recrimine no poder escribir día a día las anécdotas, memorias y momentos de cada lugar donde piso. Siempre fui consciente que la brecha entre el momento que escribo y el momento que vivo las cosas se hace mas grande. Y mientras mas viajo, mas se agranda. Pero mi memoria guarda cada detalle. Porque fueron momentos mágicos. Porque son momentos mágicos. Y porque lo serán.
Laos no dejaba de sorprenderme con su amable gente, con sus verdes cautivantes, con su tranquilidad, con su paz. Luang Prabang era a mis ojos una perfecta hermosura. Turística, es verdad. Pero hermosa. Te lo aseguro. El grupo que habíamos formado en Vang Vien se separaba. Algunos íbamos para un lado. Otros para otro. Julia, Katrin y yo elegiamos seguir para el norte, seguir sumergiéndonos en la naturaleza de Laos. Nong Khiaw estaba a unas horas en van desde Luang Prabang y hacia ella nos dirigimos. Ese era mi plan y cuando se lo comente a estas dos chicas alemanas, se sumaron a la idea. No costo mucho convencerlas. La volatilidad viajera. La capacidad de adaptación. La facilidad para cambiar de planes, para hacer amigos, para disfrutar.
Nong Khiaw es un lugar para estar. Para ser. Para sumergirse en el tranquilo estilo de vida laosiano. Los bungalows enfrente del rio son la excusa perfecta para sentarse a ver el agua correr, los barquitos llegar, la gente pescar. Los días transcurrieron entre trekkings al mirador para ver una mágica vista desde arriba (no sin antes quedarnos en silencio unos cuantos minutos, pensando vaya uno a saber que), comidas en los pocos restaurants de la única calle del pueblo (buscando los precios mas baratos pero encontrando la gente mas amable de todas) o simplemente noches abajo de las estrellas. Tan simple. Tan difícil de lograr. Salir a caminar a la noche y sentarse en un puente, bajo la luz de la luna. Y quedarse ahi. Pensando. Viviendo. Siendo.
Eso tiene Nong Khiaw. Tiene esa capacidad para lograr que uno sea. Apenas uno llega al lugar, se siente parte de esa tranquilidad. Se contagia. Automáticamente uno quiere vivir mas relajado. Camina a otros tiempos. Se despierta. Desayuna. Se queda viendo el rio correr. La gente caminar por el pueblo. Sin apuros. No hay mucho para hacer, es verdad. No hay museos. No hay monumentos. Pero hay tanto para ser. Tanto para encontrarse. Tanto para pensar. Tanto para viajar mentalmente. Al pasado. Al presente. Al futuro.
Hace tanto que estuve en Nong Khiaw. Pero se siente hace tan poco.
2 respuestas
A mi tambien me gusto Nong Khiaw, para mi fue solo la antesala de visitar Muang Khua y no pude quedarme mucho tiempo pero coincido en que es muy bello el paisaje y encantadora la zona.
Hola !
Tal cual como decís. Un paisaje hermoso y una zona mas linda todavía.
Un abrazo grande !