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7×7: Que ver en Barcelona en siete días

Cuando uno viaja, creo, se siente más a fin con algunas ciudades. Y no tanto con otras. Con el tiempo he comprendido que esta particular relación no responde a ningún tipo de lógica y/o algoritmo matemático. Es, simplemente, química.

Química con la ciudad. Y química con nosotros. Si llegamos en un momento personal espléndido a una ciudad, los recuerdos que tengamos de la misma van a corresponder con nuestro estado de ánimo. Ahora, si llegamos a una ciudad en un momento malo, tristes, enojados o lo que fuere, seguramente queramos irnos de la misma antes de, incluso, tomar el primer metro.

Con el tiempo fui elaborando una hipótesis que, aunque me cueste probarla, cada día se acerca un poquito más a la realidad. Hay ciudades con las que es difícil no desarrollar química. Hay ciudades que, simplemente, nos acogen una y otra vez. Como ese amigo que nos presta su sillón cada vez que lo necesitamos, sin quejarse y preparándonos la cena de bienvenida. Así es Barcelona.

Este viaje surgió dentro de la campaña de Worldpackers para mostrar como vive un voluntario mientras viaja. El video entero sobre Barcelona, haciendo clic acá

Post prácticos donde escribo que hacer, cuánto gastar, donde dormir, y demás, sabrán, no son de mi agrado. Pero también entiendo que son necesarios. Para el que lee. Capaz le viene bien. Por eso vamos a intentar armar uno con Barcelona, sin perder la esencia, obvio. Siete cosas para hacer en Barcelona, en siete días.

Spoiler alert: Si buscas el típico post que te diga las típicas cosas para hacer en esta ciudad, estas en el lugar equivocado. Capaz algunas coincidan, capaz algunas no. Pero las siete cosas que escriba, tienen fundamento en la conexión que generaron conmigo en esa semana en particular.

  1. Perderse por el Born, el Raval y el Barrio Gótico

Creo, no hay mejor plan en Barcelona, que perderse. Caminar sin rumbo, sin prisas, sin hora de regreso. Y si encima lo hacemos por las calles de estos tres hermosos barrios, mejor todavía.

Las callecitas de este rincón de la ciudad tienen ese noseque que te enamoran. Que hacen que no dejes de mirarlas, de caminarlas, de sentirlas. Perderse en su silencio, en su acústica, es sencillamente hermoso. Ir caminando y escuchar, a lo lejos, a alguien cantando ópera. Doblar en una esquina y encontrarse con una plaza escondida. Volver a doblar y encontrar un callejón que, estoy bastante seguro, nunca más vamos a volver a ver.

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Es verdad que en verano la caminata puede ser no tan placentera, más en el Barrio Gótico. La cantidad de turismo en Barcelona esta en aumento y, entre los meses de Mayo y Septiembre, no son personas las que caminan, sino una marea de cabezas que ocupa cual lugar vacío haya en estos barrios.

Pero, al margen de esto, siempre se encuentran horas en donde transitar estos callejones nos llena de paz y confort. Si es en temporada baja, mejor.

  1. Ver al atardecer. En los Bunkers o en el Park Güell

Vamos, que ver el atardecer es algo que hay que hacer en cada ciudad que visitemos. Bueno, al menos para mí. Es que soy fanático de los atardeceres. Me encantan. Puedo pasar días y días viéndolos, sin cansarme. Cada atardecer es único, diferente al anterior y al que vendrá. Cada atardecer tiene una paleta de colores que no se va a repetir. Cada atardecer juega con el cielo a su antojo y lo tiñe de colores que crean un momento que no se va a volver a repetir. Es un espectáculo sensorial.

La vista desde el Park Güell
La vista desde el Park Güell

En Barcelona, creo, no hay mejor lugar para verlos que en los Bunkers de Carmel o en el Park Güell. Ambos a altura, ambos con una vista panorámica de la ciudad, ambos con una perspectiva necesaria a la hora de ver caer el sol.

Aunque los Bunkers se están volviendo cada vez más turísticos, siguen siendo un lugar más tranquilo que el Park Güell, uno de los puntos más turísticos de Barcelona. Sin importar cual elijas, lleva un abrigo, un buen libro, mate o café, y anda sin apuros ni citas posteriores. Quédate el tiempo que sea necesario. No te vas a arrepentir.

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  1. Sentarte a tomar un café, una caña, un tinto de verano, un vermut o comer una bocata



Elegí la opción que quieras. Si sos fanático del café, como yo, hay cafeterías especialidad que merecen la visita, una y otra vez. Rincones ocultos dentro de distintos barrios. Rincones no tan turísticos para sentarse a tomar un buen café, leer un buen libro o escribir durante horas.

(Prometo escribir la ruta del café de Barcelona)

Café en Camelia Art Cafe
Café en Camelia Art Cafe, de Loli de @ciudadanasdelmundo

Pero bueno, no nos vayamos de tema. No importa si es café, si es una caña, si es algo frío o caliente. Si es un vermut o un tinto de verano. Si es una bocata de jamón, o algo vegetariano. Sentarse a observar la ciudad es algo que tenemos que hacer. Ver la gente caminar. Escuchar a la gente hablar. Las conversaciones cotidianas y las no tanto. Las charlas locales y las extranjeras. Cada susurro esconde una historia y cada paso que una persona da, moldea a Barcelona hacia un boceto único.

  1. Caminar bordeando el mar. Desde la Barceloneta, hasta donde llegues

O desde Poblenou. O desde Sitges. O desde donde quieras. Pero camina mirando el Mediterráneo, por favor. Que esa brisa te toque la cara, que ese aroma entre por tus narices.

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No se que tendrá ese mar, no se porque será tan lindo. Su color es un azul único, distinto. Su horizonte esconde mil y una historias. Caminar mirando el Mediterráneo es sinónimo de una buena charla, o una buena reflexión, y de caminar por un buen rato.

  1. Sagrada Familia

No soy, al menos ahora, tan fanático de entrar a las Iglesias, Catedrales o monumentos religiosos, cuando viajo. Con mirarlos de afuera, me basta y sobra. A veces, ni eso. Hay días, o momentos, que siento la necesidad de entrar y lo hago, pero no en plan turista, sino en plan de sentarme, en un rincón, en silencio, dejando mi mente fluir.

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Pero la Sagrada Familia es una excepción. Todos los que van a Barcelona tienen que entrar, al menos una vez, a esta iglesia. No puede ser tan linda. No puede ser tan cautivadora. No puede ser tan todoloqueestabien. La historia que esconde. Que todavía siga sin terminarse. Sus detalles. Su geometría. Su relieve. Sus detalles. Ya lo dije, ¿no? Es que son tantos.

Y si ya entraste (o no), y no queres pagar la entrada, sentate en uno de los parques que la rodean, y mirala. Un rato largo. Tiene algo que contagia. Tiene algo que atrae. Tiene algo.

  1. Experimentar la movida cultural

Drexler en el Palau de la Música. Fito Paez en algún auditorio de la ciudad. Recital de tal banda en tal estadio. Tabernas con música en vivo. Barcitos escondidos que acogen a un saxofonista que toca y toca, por horas, deslumbrando nuestros oídos. Titeres en el Parque de la Ciudadela.

Barcelona es cultura. En cada esquina, hay algo para ver, o escuchar. Solo basta con perderse por sus calles y poner nuestros sentidos en alerta. No va a pasar mucho tiempo para que algo descubramos.

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Barcelona nos regala las mejores vibras y la mejor movida. Queda en nosotros saber recibirla.

  1. Apreciar su arquitectura

Ya dije que perderse en Barcelona era el mejor plan, ¿no? Es que cada calle esconde un edificio imponente. Cada callejón esconde una iglesia con relieves que no son de este mundo. Cada avenida esconde años y años de historia, dragones a la vista, esculturas homenajeando a grandes artistas, y así podría seguir.

La arquitectura de Barcelona es tan Barcelona que asusta. Es que marca una forma de ser. Uno camina las calles de la ciudad y sabe que lo que esta viendo es inconfundible. No hay chance que estemos en otra ciudad. La arquitectura es uno de los sellos de Barcelona y a cada paso, descubrimos algo nuevo.

Caminar Barcelona es una obra de arte en si mismo.

*

Barcelona es esa ciudad donde los desconocidos, rápidamente, se transforman en amigos. Donde ir a juntarse por una cerveza tiene una hora de comienzo pero, probablemente, no tenga una hora de fin. Donde los argentinos toman mate, los chilenos beben pisco, los franceses comen una baguette, los italianos una porción de pizza y los japoneses algún que otro jamón. Todos juntos, uno al lado del otro, riendo e intercambiando anécdotas.

Barcelona es esa ciudad donde las charlas son eternas y donde contamos nuestros más profundos miedos. Donde escuchamos consejos, donde definimos metas, donde lloramos y abrazamos. Barcelona, aunque la llamen ciudad, es más humana que todos nosotros.

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Barcelona es todo lo que esta bien.

El video sobre mi experiencia como voluntario en Barcelona, en el Hostel 360 Arts, lo pueden ver acá

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