No se que tiene. Es algo especial. Es que a ver. Me dejaron de gustar las ciudades grandes. Antes las amaba. Ahora… que se yo. Con algunas tengo una relación especial. Pero cada vez soy mas de los pueblos chicos. De los rinconcitos al lado de un rio, o frente a una montaña. De la gente que te saluda cuando te ve. De los lugares sin semáforos. De los cafes hechos con amor y no con dibujos sin pasion. Me entendes? Cada vez soy mas fanático de los pueblos con alma, antes que las ciudades sin vida.
Pero esta… No se. Esta tiene un no se que. Creo que, en el fondo, conserva ese alma nomade. Creo que sus habitantes tienen el gen viajero. Sin dudas. Cada vez que vuelvo (y, gracias a dios, fueron muchas) encuentro algo nuevo. Y le encuentro algo diferente a los lugares ya usuales para mi. Vuelvo y me gusta caminar sus calles frente al mar. Me gusta respirar su aire. Me gusta tomar su cafe. Me gusta encontrar rincones donde mi mente puede escapar, sin miedo a ser vista o juzgada.
A ver. Sigo odiando su trafico. Sigo odiando esos pocos kilometros de edificios altos y gente de traje, que mira sin ver y camina sin pensar. Sigo odiando esos pocos kilometros en donde sos uno mas y no sos uno diferente. En donde vale mas aparentar que ser. Si. Esos kilometros no me gustan. Pero son pocos. Te juro.
Me gusta volver y juntarme con amigos. Todas las noches. Como si el tiempo no hubiera pasado. Me gusta vivir frente a la brisa del agua. Me gusta saber que, para pelearle a esos grandes edificios, esta el mar turquesa, la playa de arena blanca y los interminables acantilados. Me gusta saber, a ciencia cierta, que si quiero, encuentro paz. Me gusta sentir, convencido, que mi corazón se siente en casa.
Una Vuelta por el Universo. Historias cortas de lugares (no tan) lejanos. Sydney.