fbpx

¿Sabes? Estoy de tu lado, no me pidas mas que eso

Noche de Pisa. Mi couchsurfer y yo nos alistabamos para ir a dar una vuelta por la ciudad. Suena el celular. Atiendo. Una voz hablándome en español. Era Peter, el papá de Lorenzo. Me contaba, palabras más, palabras menos, que Lorenzo, quien me tenía que hospedar en Génova, no iba a poder hacerlo. Como tenía que trabajar junto a Peter, no iba a estar en su casa de Génova, sino en la de la familia, en Gavi. Me ofrecieron ir a hospedarme con ellos. Acepté. Y descubrí, básicamente, que el mundo esta rodeado de personas con mucho para ofrecer.

El párrafo que detallo arriba es el momento en que me di cuenta la bondad que existe en el mundo. Pero la historia, en realidad, se remonta unos días más atrás. Una amiga me contó que iba a andar por Milan y, dada mi cercanía a la ciudad, me ofreció encontrarnos. No conocía Milán y mis días en Italia van llegando a su fin (me envuelve cierta melancolía cuando me doy cuenta de esto), así que me pareció buena idea. Como vivo en el Sur de Italia y Milan queda al norte, decidí ir parando en el medio del viaje y recorriendo diversas ciudades. El presupuesto no ayudaba así que decidí debutar en Couchsurfing. ¿Qué es? Es una comunidad de personas que ofrecen una habitación o una cama a viajeros, y viceversa. Es decir que cuando estas personas que supieron hospedar deciden viajar, también van a buscar una habitación con algún couchsurfer. Esta basada en la solidaridad de la gente y la mentalidad “open-minded” de conocer más y más gente de todo el mundo. A primera impresión se puede pensar que el mayor rédito es el económico. No pagas hospedaje. Pero no es así. Yo lo llamaría a eso una… consecuencia. Porque Couchsurfing va mucho más allá. Y doy gracias a Dios haber elegido esta opción para este viaje.

Después de muchos y muchos pedidos de hospedaje fallidos (al ser “newbie” y no tener referencias, se complicó), llegó mi primera confirmación en Lucca. Después se vinieron Firenze, Pisa, Genova, Torino, Milano y Bologna. Mágicamente, tenía mi viaje ya armado. Ahora quedaba solamente ver con que me iba a encontrar, como era esto de “couchsurfear”.

Las dudas eran muchas. ¿Con qué me iba a encontrar? ¿Iba a ser cómodo? ¿La persona que me hospedaría se sentiría incómoda conmigo? ¿Se enojaría por algún motivo? ¿Me atendería de mala manera? No se… era un mundo diferente.

Cada historia particular de Couchsurfing la ampliaré cuando cuente de cada ciudad. Más que nada porque cada una me ayudo a descubrir la ciudad de una manera mágica. Pero a su vez todas me hicieron darme cuenta (o re afirmar) cuantas cosas buenas tiene el mundo. Y esa noche en Pisa cuando recibí el llamado de la familia de Lorenzo, sonreí y me sentí realizado, contento.

Personas que vivían solas y me dieron un cuarto y me cocinaron, otras que me prestaron su bicicleta y me dijeron que lugares recorrer. Familias que me cocinaron las comidas típicas, me hicieron probar las bebidas locales y me contaron miles de anécdotas. Familias que me escucharon y me alentaron. Se sumaron a mi camino y me dieron fuerzas, haciéndome saber que mientras fuera feliz, todo iba a ir bien. Personas solas que viven con su perro que pusieron un plato en la mesa y, junto a un vaso de vino, fueron protagonistas de charlas sobre la vida, sobre el pasado y sobre el futuro. Personas. Parejas. Familias. Humanos. Humanos que te reciben con el solo fin de dar. Personas que te enseñan a tener la humildad suficiente para aceptar recibir. Algo tan simple y tan básico como eso. Quieren conocer de tu vida y quieren que conozcas las de ellos.

Te pones feliz. Existe la bondad en el mundo. El mundo esta rodeado de gente buena (algo de lo que me empecé a convencer en Brienza, sin ningún lugar a dudas, cuando esta ciudad se tiñó de almuerzos y cenas con italianos, argentinos y uruguayos que no hicieron más que abrirme su corazón). Por unos días sos uno más en la casa e, increíblemente, al momento de partir uno siente cierta congoja. Pensas, ¿cómo podes ponerte triste al despedir una persona que conociste hace 2 días? Y a su vez pensas, ¿cómo que tenes que irte si recién te vi llegar?.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.